Omar nos enseñó que la tarea de las armas es de los militares y que las letras de la liberación nacional son educación, salud, tierra y vivienda digna para los campesinos y trabajadores. El alfabeto de la liberación empieza con justicia social.
Fuimos recibidos como héroes, en las escalinatas del Nido de Águilas, por cientos de jóvenes de la siempre gloriosa Federación de Estudiantes de Panamá, las Columnas Juveniles 9 de enero y la Federación de Mujeres Democráticas. Éstos jóvenes se han convertido en hombres de cara al viento, decía Omar.
Allí estaba ella, BALBINA, a quien Ramiro Vásquez una vez llamo “nuestra pasionaria”. Siempre en primera fila. Sus ojos lo decían todo, ¿por qué sólo hombres de cara al viento?: “yo, como mujer, también formo parte de esa vanguardia dispuesta al mayor de los sacrificios para construir la utopía, por la que murieron Pedro Prestán, José Manuel Arauz, Ascanio Arosemena, Juan Navas, José del Carmen Tuñón y miles de héroes anónimos inmolados en la lucha emancipadora”. Ella coreaba a viva voz, para que lo oyera Omar: ¡Esto no es apoyo, esto es militancia!
Balbina, esa mujer de cara al viento, aprendió junto a Omar que el calendario de la descolonización, incluye lo que él llamó “la vuelta a la patria doméstica”. Ella sabe que puede construir sobre los cimientos de “Abraxa”, la tierra conquistada por Utopo.
¡Si, Utopía existe! es un lugar donde la ciudadanía es el mayor de los atributos del ser humano; un lugar donde la educación inicial es formadora de esa ciudadanía; un lugar donde los niños aprenden en el aula, el parque, la calle, el metro y en los museos; un lugar donde nuestros niños van a la escuela en transporte público sin el temor de no volver a casa; un lugar donde todos paguen honestamente sus impuestos; un lugar donde el respeto a la naturaleza es un valor de toda la sociedad; un lugar donde la basura es un recurso y no un problema; un lugar donde las emisiones industriales y del hogar se utilizan para producir la energía que mueve el transporte público, electricidad y el gas que utilizan las ciudades; un lugar donde la paternidad es compartida, donde a diario miles de padres (varones) pasean por parques, veredas y avenidas a sus bebés; un lugar donde los empresarios no hacen negocios con quienes violan los derechos humanos, con un lugar donde existe una vejez digna para esos ciudadanos que construyeron con trabajo y sacrificio las bases de Utopía. Sí, utopía existe y la quiero para Panamá.
Utopía no se construye mirando por el retrovisor. Utopía no la construyen quienes se apropiaron del verdadero concepto de ciudadanía. Utopía no la construyen quienes desde sus cajas registradoras, ven al pobre como un producto publicitario. Utopía no la construyen quienes evaden impuestos. Utopía no la construyen quienes no respetan los derechos laborales. Utopía no la construyen quienes se asocian con capitales de dudosa procedencia. Utopía no la construyen quienes violentan la dignidad de “nuestra pasionaria”.
Balbina, “nuestra pasionaria”, no necesita el maquillaje de una publicitaria para entrar a los barrios, ella si sabe del baño colectivo, del patio limoso, el sueco y la parrilla. Ella si sabe que Utopía existe y ha sido su abanderada desde la Alcaldía de San Miguelito, la Asamblea Nacional y el Ministerio de Vivienda.
Utopía se construye con una mujer apasionada como BALBINA HERRERA, y nosotros, hombres de cara al viento, gritamos para que lo oiga ella y Omar: ¡Chola, no éstas sola, esto no es apoyo, esto es militancia!

No hay comentarios:
Publicar un comentario