viernes, 24 de abril de 2009

Desenmascarar la demagogia

La Estrella de Panamá (04-23-2009)
DEMETRIO OLACIREGUI Q.
Después de cuatro periodos de gobiernos democráticos es justo pensar que el país se encarrile por el sendero de la estabilidad política y el desarrollo económico y social. Pero ahora se atraviesa la amenaza de volver a la autocracia, con careta civil, cuando los regímenes militares han desaparecido en el Continente. El candidato presidencial opositor Ricardo Martinelli se ha convertido en una amenaza para el proceso democrático por su carácter demagógico.

La demagogia es la forma más impura de la democracia. Nace dentro de la democracia y busca confundirse con ella como un virus maligno que acecha desde sus mismas entrañas con capacidad de destruir lo alcanzado en estos últimos 20 años. Enemigos como el fascismo, el militarismo o el comunismo no son nada frente a la demagogia porque ataca por sorpresa, como una demostración de lo que la sociedad no ha superado. La democracia no es vulnerable al engendro de la demagogia.
Martinelli se ha dedicado a seducir a los votantes con una campaña de mentiras, adulándolos con falsas promesas para rendirlos finalmente a sus pies. Para Martinelli la verdad parece siempre una compañía incómoda. Ha empleado la mentira como una trampa para confundir a los sectores carentes de ilustración cívica. Explota la minusvalía política, el analfabetismo cívico, la falta de acceso a la información, el escaso nivel educativo, como una cantera electoral compuesta por personas fáciles de ser engañadas.

Su ejercicio de la política no tiene puntos de contacto con el concepto tradicional de democracia. Ha reemplazado los partidos políticos por espacios, movimientos, frentes, alianzas en los que predominan las personas por encima de las ideas y ni siquiera hay historias comunes de pertenencias a un mismo grupo. Para Martinelli la política es un negocio, con su marketing , su visión de los ciudadanos como consumidores, a quienes hay que atraer para que compren el producto ofrecido por la campaña de propaganda. En su proyecto político lo único que importa es acumular espacios de poder hasta capitalizar el poder absoluto. El ascenso de los demagogos hasta la cima del poder no es de todos modos instantáneo. Como su clave es engañar al pueblo, su ruta es tortuosa.

Por eso hay que desnudar la demagogia martinellista. Alertar a la ciudadanía para que no termine engañada cuando sea demasiado tarde y se encuentre encadenada a la tiranía de su demagogia. Si no queda al descubierto y se observa su verdadero rostro, el país podría pagar el precio de la inestabilidad social y el desequilibrio político.

La tarea de desenmascarar la demagogia de Martinelli es una labor de las clases medias y profesionales, de los intelectuales y académicos. Los sectores pobres son sometidos por análisis simplista y el bombardeo propagandístico. Al fin de cuentas, la meta de Martinelli es reforzar la pobreza y la ignorancia, porque no la concibe como una instancia dramática que el país debe superar cuanto antes, sino como una reserva electoral a la que ha explotado y pretende seguir explotando.La demagogia estimula retrocesos graves y representa una regresión hacia la ingobernabilidad. Cuando la gente se supera, los demagogos pierden.

-El autor es periodista

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